¿Qué es el tubérculo de Darwin?
Prueben a pasarse el dedo por el borde de la oreja, subiendo desde el lóbulo. Si un poco más arriba de la mitad notan un pequeño abultamiento, acaban de dar con una parte de su cuerpo que probablemente desconocían, y que recibe el colorido nombre de tubérculo de Darwin.
La referencia al eminente naturalista se debe a que fue él quien primero lo describió en su obra El origen del hombre. Allí relataba que el escultor Thomas Woolner le había llamado la atención sobre este rasgo anatómico presente en algunas personas, y en el cual el artista había reparado mientras modelaba las orejas puntiguadas de una figura de Puck, el duendecillo de la mitología inglesa. Darwin propuso que estas protuberancias son "vestigios de antiguas puntas de las orejas".
Parece claro que los tubérculos de Darwin no cumplen otra función sino recordarnos que somos primates. Algo similar ocurre con el movimiento de las orejas, que algunas personas conservan de nuestro pasado evolutivo.
Darwin escribía: "He visto a un hombre que podía mover toda la oreja hacia delante, y a otros que pueden moverlas hacia arriba; otro podía moverlas hacia atrás”. Por lo demás, el tubérculo es un misterio; en un tiempo se pensaba que era un rasgo genético, pero no parece ser así.
Se cree que procede de la forma puntiaguda que tienen las orejas de la mayoría de mamíferos y que les sirve para dirigir y captar mejor los sonidos. Como el ser humano ya no lo necesita, ha ido desapareciendo.
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