Una tontina es una operación de lucro mediante la cual un fondo económico aportado por varias personas es repartido, en una fecha fijada de antemano, solamente entre los supervivientes.

Esta fórmula de ahorro y financiación, que se asemeja a los actuales seguros de vida y jubilación, fue ideada por Lorenzo de Tonti en el siglo XVII.

Tenemos una tontina cuando varias personas aportan una suma de dinero que se invierte. Al cabo de un tiempo, cuando la tontina llega a su fecha de vencimiento, los inversores que hayan sobrevivido reciben los dividendos. Cada vez que uno muere, su aportación se reparte entre el resto de supervivientes. Y así hasta quedar solo uno vivo, que se quedaría con todo el capital.

En el modelo original, el dinero que no fuera empleado, por diversas causas, porque ninguno de los participantes quedara vivo o el legítimo dueño no quisiera disponer de él, se destinaría en última instancia al Estado, que lo emplearía para obras públicas.

Actualmente, la tontina ha quedado olvidada, pero entre los siglos XVII y el XX fue uno de los productos financieros más habituales para gobiernos e individuos.

La idea nació cuando en 1653 Lorenzo de Tonti le propuso al cardenal Mazarino un sistema para obtener fondos y así recuperarse tras la guerra de los 30 años. El estado debía proporcionar un capital inicial para la constitución de una mutua, de la que quedaban reservados dirección y usufructo, y luego repartir el dinero entre los supervivientes.

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