Los libertos eran los individuos liberados de la esclavitud con el procedimiento legal de la manumisión: el amo recompensaba al esclavo por sus méritos liberándolo.

Un esclavo, por favores prestados, méritos, cualidades personales, buena voluntad del propietario, podía convertirse en liberto e incluso ser aceptado e incorporado a la alta sociedad romana, como es caso de algunos libertos imperiales, que por el sistema de promoción social, así como por su excepcional riqueza o experiencia, alcanzaron la cima de la escala social llegando a desempeñar cargos políticos gracias al apoyo de la aristocracia romana.

Pero lo más habitual era que se les siguiera viendo como siervos, no permitiéndoles olvidar su pasado, y la mayor parte de los libertos simplemente subieron un peldaño en la estratificación social romana, pasando a formar parte de la plebe y con ello la necesidad de ganarse la vida con su trabajo, por lo que muchos de ellos siguieron trabajando para sus anteriores propietarios, ahora patronos

Los libertos formaban aproximadamente el 15% de la población durante el Imperio romano. Al liberto o liberatus se le concedía automáticamente la ciudadanía romana con los derechos y deberes de cualquier otro ciudadano, si bien se quedaba para siempre por un vínculo de fidelidad personal. No podía citarle a juicio y cada año debía ofrecerle algunas jornadas de trabajo gratuito.

Desde el punto de vista social, siempre fueron considerados como personas de rango inferior.

Más información: es.wikipedia.org