En la Antigua Roma recibía el nombre de manumisión la acción de dar libertad a los esclavos. Era una facultad del amo, ya que había otras formas de obtener la libertad, por vía de la ley.

Existieron a los fines de manumitir medios solemnes y no solemnes. Entre los viejos modos solemnes, menciona la vindicta, el censo y el testamento.

La manumisión por vindicta se realizaba ante el magistrado (cónsul, pretor o gobernador de provincia); el dueño del esclavo (dominus) sosteniendo su cabeza, declaraba que quería que ese hombre fuera libre, liberándolo de su mano.

El acto se complementaba con la intervención de un lictor que declaraba libre al esclavo tras tocarlo con una varilla.

La manumisión por censo se producía cuando los esclavos se anotaban en en el censo por mandato de su amo, lo que los convertía en hombres libres.

En la manumisión por testamento podía hacerse en forma directa o por fideicomiso, como un mandato al heredero o legatario de que manumitan al esclavo.

Entre los modos no solemnes encontramos la manumisión por epístola o por carta; por permitirse sentar al esclavo en la mesa del amo; entre amigos, que era cuando el amo anunciaba ante sus amigos y cinco testigos que le daba la libertad al esclavo.

Los manumitidos en forma solemne adquirían la categoría de libertos ciudadanos romanos. Los manumitidos en forma no solemne estuvieron protegidos por el Derecho Pretoriano para repeler cualquier intento de volverlos a su estado de esclavitud.

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