Enrique VIII nació en 1491, dos años antes de que la sífilis apareciera en Europa. Por lo tanto, no es necesario indagar entre sus antepasados, aunque sí entre sus descendientes.

La primera de sus esposas, Catalina de Aragón, tuvo un hijo varón que murió a los pocos días de nacer, y al menos tres abortos luego del 4to mes de embarazo. Su hija María Tudor murió a los cuarenta y dos años, era corta de vista, hablaba en voz alta, un rasgo típico de los sordos, y su nariz era ancha y chata, de la que manaba un pus maloliente.

Ana Bolena, su 2da esposa, sufrió dos abortos. Su hija Isabel I falleció a los sesenta y nueve años; se dice que era corta de vista.

Jane Seymour, su 3ra esposa, tuvo a Eduardo Vl en 1537 quien murió, a los quince años. No fue un niño sano y la causa de su muerte permanece en el misterio. Una erupción en la piel apareció en las últimas dos semanas de su vida, las uñas se le cayeron y los extremos de los dedos y pies se necrosaron.

Tampoco hay antecedente de embarazos de sus posteriores esposas.

La creencia de los historiadores de que Enrique se volvió estéril o impotente cerca de los cuarenta años. A partir de 1531 se evidencia cambio de carácter.

No existe un diagnóstico indiscutible en el caso histórico de la sífilis de Enrique VIII, pero estos indicios despiertan sospechas, lo que constituye un fuerte argumento a favor de la hipótesis que sostiene que Enrique VIII padecía sífilis.

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