Un equipo de investigadores de la Universidad Federico II de Nápoles acaba de anunciar el descubrimiento, en enero de 2020, de células cerebrales en los restos del cerebro de un joven que murió durante la terrible erupción del monte Vesubio en el año 79 d.C., que sepultó bajo un espeso manto de cenizas a las ciudades de Pompeya y Herculano.

La estructura de las células cerebrales todavía es visible en el material vítreo negro que se encuentra en el cráneo de una de las víctimas de la erupción.

Según el estudio, la transformación del tejido cerebral en vidrio, la vitrificación, se produjo como resultado de un calentamiento extremo y un enfriamiento rápido del mismo; ha congelado las estructuras neuronales de esta víctima, preservándolas intactas hasta el día de hoy.

A principios de 2020 los científicos examinaron el material vitrificado que se encontró en el interior del cráneo agrietado y carbonizado del joven que apareció en un lecho en el Colegio de los Augustales de Herculano.

El resultado ha sido el descubrimiento de estructuras esféricas diminutas y estructuras tubulares largas que se parecen a las neuronas y sus proyecciones, llamadas axones. Con tan sólo 550 a 830 nanómetros de diámetro, estas proyecciones son demasiado pequeñas para ser capilares.

Encontrar tejido cerebral preservado es muy raro en arqueología. Pero, en ocasiones, éste puede sobrevivir durante cientos o incluso miles de años.

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