Esta popular voz tiene dos acepciones. Con el sentido de “¡caray!” o “¡caramba!”, esta interjección expresa sorpresa, incredulidad o molestia: “¡Chale, me cortaron la luz!”. A veces también se usa en plural: “Chales, no hay nada en la tele”.

Varias teorías de su origen apuntan a que se trata de una contracción, es decir, de un acortamiento de interjecciones con sonidos parecidos, tales como charros o chanfle, al cual se le agrega un pronombre “le” neutro que igualmente suele unirse a otras interjecciones de origen popular como: épale, órale, újule.

Hablando de "chanfle", palabra que también expresa sorpresa o contrariedad, recordemos que la difusión general de esta interjección y de muchas otras voces con ch corrió a cargo de Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, quien a principios de la década de los 70 lanzó un programa de comedia en el que todos los personajes que interpretaba tenían nombres que iniciaban con este dígrafo: el Chavo del 8, el Chapulín Colorado, Chaparrón Bonaparte, el Chómpiras, el doctor Chapatín.

Asimismo, durante el programa se utilizaban con frecuencia palabras como: chanfle, chiquitolina o chiripiorca.

El segundo significado de chale, de acuerdo con el Diccionario de mexicanismos de la AML remite de manera despectiva a una persona originaria de China que reside en el territorio mexicano, a un descendiente de chinos o a alguien que posee rasgos orientales.

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