La Antártida o continente antártico (del adjetivo latino antarcticus, y este a su vez del griego ανταρκτικός antarktikós, ‘opuesto al Ártico’) es el continente más austral de la Tierra. Está situada completamente en el hemisferio sur, casi enteramente al sur del círculo polar antártico y está rodeada por el océano Antártico. Contiene el polo sur geográfico, por lo que de manera coloquial y por extensión también es conocida de manera errónea como el polo sur. Con 14 000 000 km², es el cuarto continente más grande después de Asia, América y África. En comparación con Oceanía, la Antártida es casi dos veces su tamaño. Alrededor del 98 % de la Antártida está cubierta de hielo, que tiene un promedio de 1,9 km de espesor, que se extiende a todos los puertos, excepto a los más septentrionales de la península Antártica.

La Antártida, de promedio, es el continente más frío, seco y ventoso, y tiene la altitud media más alta de todos los continentes. La Antártida es un desierto, con precipitaciones anuales de solo 200 mm en la zona costera y mucho menos tierra adentro.5 La temperatura en la Antártida ha alcanzado los -89,2 °C, aunque la media del tercer trimestre (la parte más fría del año) es de -63 °C. Hacia 2016, había alrededor de 135 residentes permanentes, pero en las estaciones de investigación dispersas en todo el continente residen entre 1000 y 5000 personas durante todo el año. Los organismos nativos de la Antártida incluyen muchos tipos de algas, bacterias, hongos, plantas, protistas, y ciertos animales, tales como ácaros, nematodos, pingüinos, pinnípedos y tardígrados. El tipo de vegetación que se presenta en algunas zonas reducidas es la tundra.

A pesar de los mitos y las especulaciones sobre la Terra Australis Ignota («la tierra desconocida del sur») que se remontan a la antigüedad, la Antártida fue la última región de la Tierra en ser descubierta y/o colonizada por los humanos, siendo avistada por primera vez en el verano austral de 1603 por el navegante español Gabriel de Castilla. Posteriormente, en 1820, fue avistada por los exploradores rusos Fabian Gottlieb von Bellingshausen y Mijaíl Lázarev en el Vostok y Mirni, que descubrieron la barrera de hielo Fimbul. El continente, sin embargo, permaneció inexplorado casi todo el siglo xix debido a su ambiente hostil y al aislamiento. En 1895, el primer desembarco confirmado fue dirigido por un grupo noruego.

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