Diógenes de Sinope (412 a. C. -323 a. C.), fue un filósofo griego, perteneciente a la escuela cínica. Su doctrina se basó en la idea de que la virtud consiste en la supresión de las necesidades, que pueden evitarse mediante una vida natural y austera, rechazando los convencionalismos y las riquezas. Dado que no se conserva ningún escrito suyo, sólo es posible reconstruir sus ideas a través de las anécdotas que circularon sobre su figura.

Se dice que antes de partir a la conquista de Asia, Alejandro Magno se detuvo en Corinto y pidió conocer “al filósofo que vivía con los perros”. El joven macedonio quedó asombrado con Diógenes de Sinope, pues no se parecía a ningún sabio que él, educado por Aristóteles, hubiera conocido o imaginado nunca. Diógenes vivía en una tinaja, rodeado de una jauría de perros, desnudo y tumbado a orillas de un río. Alejandro Magno, horrorizado por las condiciones en que encontró al filósofo, le propuso desde lo alto de su enorme caballo: "Tú, Diógenes, el Cínico, pídeme lo que quieras y yo te lo concederé". Diógenes contestó: "Apártate, que me tapas el sol". Según la leyenda, el macedonio no solo aceptó el desplante sin enfadarse, sino que le mostró su máxima admiración: “De no ser Alejandro, yo habría deseado ser Diógenes”.

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