En los primeros tiempos de la fotografía, las emulsiones fueron de muy variada naturaleza, y algunas producían efectos notables, el papel al platino por ejemplo, producía negros aterciopelados extraordinariamente profundos, a los que el fotógrafo británico Frederick Evans era tan aficionado que dejó la fotografía cuando, durante la Primera Guerra Mundial, el papel dejó de fabricarse.

Después se empezó a usar el haluro de plata, que es un compuesto de plata con un halógeno (bromuro, yoduro o cloruro de plata). El bromuro de plata es el principal componente sensible a la luz de las actuales emulsiones fotográficas.

El revelador transforma en plata metálica la imagen latente generada en estos compuestos por la acción de la luz. Cuando la película fotográfica, que consiste en una emulsión (capa fina de gelatina) y una base de acetato transparente de celulosa o de poliéster, se expone a la luz, los cristales suspendidos en la emulsión experimentan cambios químicos para formar lo que se conoce como imagen latente de la película.

Al procesar ésta con una sustancia química llamada revelador, se forman partículas de plata en las zonas expuestas a la luz. Cuanto más intensa sea la exposición, mayor número de partículas se crearán. La imagen que resulta de este proceso se llama negativo porque los valores de los tonos del objeto fotografiado se invierten, es decir, que las zonas de la escena que estaban relativamente oscuras aparecen claras y las que estaban claras aparecen oscuras.

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