Desde el siglo XI antes de Cristo en que aparece citado como un animal de carga y de batalla, el camello ha sido un fiel compañero de los hombres en sus largas travesías por el desierto.

El camello es un animal fácil de domesticar. Nativo de las zonas secas y desérticas de Asia y África. Existen dos especies, ambas de la familia de los Camélidos: el camello bactriano que tiene dos jorobas, pelo largo y lanudo, y el dromedario o camello arábigo que tiene una joroba y el pelo corto de color arena.

Gracias a su resistencia, el camello ha sido llamado la "nave del desierto". Puede hacer viajes muy largos durante varios días, comiendo muy poco y sin beber agua. Para ello, almacena grasa en su joroba que luego asimila para producir energía y agua.

Los camellos, particularmente los dromedarios, poseen la rara habilidad de oler el agua y un poderoso instinto para encontrar el camino de retorno. Esto hace que sean vitales en el estilo de vida de muchos nómadas.

Estando bien alimentado, la joroba es dura y abultada; pudiendo recorrer hasta 300 km, pasar 4 días sin beber y más de una semana sin comer.

El camello acumula la grasa sólo en su joroba. Al no tener tejido graso, su cuerpo no guarda calor, se enfría con mucha rapidez y puede soportar altas temperaturas ambientales.

En una tempestad de arena, las ventanas de su nariz se cierran y unas largas pestañas protegen sus ojos, y tiene las pezuñas planas y acolchadas para caminar sin cansarse por el desierto.

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