Las tortugas (Testudines) o quelonios (Chelonia) forman un orden de reptiles (Sauropsida) caracterizados por tener un tronco ancho y corto, y un caparazón que protege los órganos internos de su cuerpo.

Este caparazón está adherido a su columna vertebral y forma parte de su esqueleto. Así, el esqueleto hace que la respiración sea imposible por movimiento de la caja torácica; se realiza principalmente por la contracción de los músculos abdominales modificados que funcionan de modo análogo al diafragma de los mamíferos y por movimientos de bombeo de la faringe.

Al igual que todos los reptiles, las tortugas son animales ectotérmicos, lo que significa que su actividad metabólica depende de la temperatura externa o ambiental.

Las tortugas mudan la piel; sin embargo, a diferencia de los lagartos y serpientes, lo hacen poco a poco. También mudan o desprenden los escudos del caparazón, individualmente y aparentemente sin un orden determinado.

Existen alrededor de 356 especies de tortugas en el planeta Tierra, viviendo en tierra firme (en todos los continentes excepto Antártida) o en aguas marinas o dulces. De todas ellas, son muy conocidas las nativas de las islas Galápagos, por ser tortugas gigantes que llamaron la atención del propio Charles Darwin en su paso por Ecuador.

Se caracterizan por su lento desplazamiento, lo que conllevó la expresión coloquial «a paso de tortuga».

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