"La Perla Peregrina" es una perla de tamaño y forma inusual, considerada una de las gemas más valiosas y legendarias de la historia de Europa.

La mítica perla cuenta con casi cinco siglos de historia. Apareció en aguas de Panamá allá por 1560. En 1597 la compró el rey Felipe II. Desde entonces formó parte del joyero de la Corona española. La lucieron Felipe III, Ana y Margarita de Austria o María Luisa de Orleans. El último de sus propietarios de la realeza fue Napoleón III, marido de la española Eugenia de Montijo. La vendió para financiar la campaña que lo llevaría a convertirse en presidente de Francia y emperador.

Pero la reina Victoria Eugenia, abuela de don Juan Carlos, pensó que ella era la auténtica propietaria. Para que perdonara sus mil infidelidades, Alfonso XIII le regaló en 1914 una perla que, según aseguró, era la mítica Peregrina. Ella creyó que decía la verdad. De hecho, cuando trascendió que Burton la había comprado, denunció que la suya era la original.

En su libro de memorias "Mi historia de amor con las joyas", Liz Taylor, la propietaria más cinematográfica de la perla, confirmó que su caniche había mordisqueado la valiosa alhaja. En este caso los escandalosos rumores eran ciertos, sin embargo, la reina de las perlas fue objeto de numerosos bulos históricos

Tras la muerte de Taylor en 2011, la perla fue subastada por nueve millones de euros. Se desconoce su paradero.

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