El Elaphodus cephalophus, ciervo de copete es un animal de pequeño tamaño comparado con el resto de especies de cérvidos.

Descrito por primera vez alrededor de 1872, posee una morfología tan peculiar que supone un género aparte dentro de los cérvidos o mamíferos rumiantes. Estos animales tienen un tamaño variable, de entre 50 y 70 cm de altura y un peso de hasta 50 kilogramos.

El pelaje del ciervo de copete es grueso, de pelo corto y rígido. Su coloración varía del negro en invierno hasta el marrón en verano. En la parte superior de la frente presentan un largo mechón de hasta 17 centímetros, de ahí su nombre. En algunas ocasiones, este mechón es tan grande que puede llegar a ocultar las pequeñas astas de los machos.

El rasgo más distintivo de estos ungulados son los grandes colmillos que sobresalen a cada lado de la boca de los machos de ciervo de copete.

A pesar de que pueden recordar a los temibles dientes de sable, lo cierto es que estos dos colmillos no son más que un mecanismo de defensa contra depredadores, como algunos estudios sugieren. El resto de su estructura bucal destaca por la ausencia de incisivos superiores, por lo que para masticar se valen de las piezas inferiores.

Otro rasgo común es la emisión de fuertes sonidos, que sirven como advertencia a otros miembros de su especie de la proximidad de un posible riesgo.

Su hábitat natural está distribuido a lo largo de bosques y zonas montañosas de Myanmar y sureste de China.

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