Viviendo en Berlín, Wilhelm Voigt fue despedido de su trabajo como zapatero. Las leyes vigentes no permitían que una persona sin permiso de trabajo habitara en la ciudad. A pesar de ello, se quedó y quiso dar un escarmiento a los miembros de la clase política.

La mañana del 16 de octubre de 1906, se vistió con un uniforme de capitán del ejército prusiano, que había comprado de segunda mano, y se dirigió hasta Köpenick, un pequeño suburbio de Berlín. Allí se puso al mando de un pelotón de soldados que efectuaban prácticas de tiro.

De manera fría y contundente, ordenó a los soldados dirigirse al ayuntamiento del la ciudad. Una vez que llegaron, los hizo subir para detener al alcalde junto al tesorero municipal.

Acusó a los dirigentes de malversación de fondos públicos y tomó de la caja de la tesorería los 4.000 marcos y 70 pfennings en monedas que allí había. Firmó un recibo para dar una imagen de legalidad al tema. Posteriormente, ordenó llevar al alcalde y al tesorero a la capitanía general de Berlín. Voigt salió del edificio, se dirigió a la estación de tren y desapareció.

El 26 de octubre fue arrestado en un burdel. Fue llevado a juicio con todas las de perder. Como su historia fascinó a todo el mundo, la prensa comenzó a publicar artículos favorables, de tal manera se le condenó a 4 años de prisión.

Pero la presión popular y mediática siguió, 2 años después el Kaiser Guillermo II le concedió el indulto.

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