Un desierto es un bioma de clima árido, en donde las precipitaciones son escasas. Estos suelen poseer poca vida, pero eso depende del tipo de desierto; en muchos existe vida abundante, la vegetación se adapta a la poca humedad (matorral xerófilo) y la fauna usualmente se resguarda durante el día para preservar humedad.

Las temperaturas en los desiertos áridos como el Sahara y el desierto de Atacama caen en picado después de que se pone el sol. La fluctuación varía entre 54 ° C durante el día y menos 4 ° C durante la noche.

Este fenómeno surge de una combinación de dos factores dominantes: arena y humedad. La arena —compuesta principalmente por cuarzo (sílice) y feldespato— no retiene muy bien el calor. Durante el día, su capa superior absorbe y devuelve el calor al aire; el sol sobrecalienta el aire y hace que la temperatura se eleve. Por la noche, el calor de la arena se irradia rápidamente al aire y, sin una fuente de calor, la temperatura de la arena desciende. La humedad —vapor de agua en el aire— es casi nula en los desiertos áridos.

A diferencia de la arena, el agua tiene una enorme capacidad para almacenar calor. El vapor de agua en el aire hace que el aire actúe como una manta de agua, atrapando el calor cerca del suelo y evitando que se disipe. Debido a que los desiertos tienen tan poca humedad, es casi imposible atrapar el calor o el frío en un desierto.

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