Cuando alguien finge dolor ante una desgracia decimos que “está llorando lágrimas de cocodrilo”. La expresión tiene su fundamento, ya que los cocodrilos lloran mientras matan o devoran a sus víctimas y no lo hacen por un motivo emocional sino por razones estrictamente biológicas.

En realidad, los cocodrilos generan lágrimas constantemente. Lo hacen para lubricar el ojo, típicamente cuando han estado fuera del agua por mucho tiempo, y sus ojos se han empezado a secar. Además, las lágrimas les sirven para limpiar la superficie ocular y eliminar los excesos de sal que contienen en su organismo. Por lo tanto, se trata de una cuestión meramente de supervivencia y queda claro que estos reptiles depredadores no lloran por el pesar que les supone alimentarse con otro animal.

Las lágrimas de cocodrilo son difíciles de ver porque el reptil permanece la mayor parte del tiempo en el agua. Por eso, hasta hace unos años eran una incógnita. En 2007 zoólogos de la Universidad de Florida consiguieron observar con claridad la formación de las lágrimas de los cocodrilos mediante un experimento. Los dieron de comer pienso seco, parecido al de los perros, en un lugar alejado del agua. Entonces, vieron que segregaban lágrimas y lo hacían de forma mucho más copiosa que cuando tomaban comida húmeda. Llegaban incluso a formar espuma.

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