Thomas Harvey fue un patólogo nacido en 1912 que pasaría a la historia por dirigir la autopsia de Albert Einstein… y por robar su cerebro. El más famoso físico de la Historia falleció el 18 de abril de 1955, a los 76 años de edad. Causa de la muerte: ruptura de un aneurisma de la aorta abdominal.

El asunto salió a la luz días después, cuando Harvey confesó todo al hijo de Albert Einstein, Hans Einstein. Le explicó que, aunque aquello podía ciertamente verse como un robo, era más bien parte de un experimento científico. Estaba claro que su padre había sido un hombre intelectualmente excepcional, y quizá la clave de esa excepción estaba ahí, en alguna parte de su encéfalo. Merecía la pena investigar aquello. Por algún motivo, Hans accedió a que el patólogo conservara el cerebro, bajo la promesa de que le daría un uso exclusivamente científico.

La aprobación del joven Einstein, sin embargo, no fue suficiente para que Harvey conservase su trabajo. Al Hospital de Princeton no le gustó la idea de que uno de sus trabajadores fuese por ahí robando cerebros, por célebres que estos fueran, y le despidió en el acto.

Pero la mala racha de Harvey solo estaba empezando. Decidido a cumplir su promesa, guardó el encéfalo en el sótano de su casa y contactó con varios neurólogos. Para su sorpresa, nadie quería acercarse a su sótano ni a aquel cerebro troceado. Quizá tomaban a Harvey por un loco o quizá simplemente tenían cosas más importantes que hacer.

Más información: en.m.wikipedia.org