Las tres razones confluyeron.

Después de ver el Gran Cañón, Roosevelt estaba tan emocionado por su belleza natural que quiso mantener el área en perfecto estado para que la gente pudiera continuar disfrutándolo libre de contaminación.

Aunque sus intentos para convertirlo en un parque nacional fallaron reiteradamente, Roosevelt se dio cuenta de que la "Ley nacional para la preservación de antigüedades" (llamada comúnmente "Antiquities Act") hacía posible crear monumentos nacionales sin que se necesitara para ello la aprobación del Congreso. O sea, percibió que recurrir a esta vía legal lograba que no se dilatara por más tiempo la concreción de su proyecto.

Como consecuencia, el 11 de junio de 1908 declaró el Gran Cañón "Monumento nacional" y luego, recién en 1932, el Congreso lo nombró "Parque nacional".

Actualmente el Departamento del interior, junto al servicio de Parques Nacionales y a la Tribu nativa Havasupai, administran el Monumento nacional del Gran Cañón y se esfuerzan por mantenerlo en perfecto estado natural.

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