Chase Johnsey es hombre, pero quiere ser primera bailarina.

Desde marzo 2018 es parte del del elenco femenino del English National Ballet en Londres.

La histórica decisión del ensamble que dirige Tamara Rojo busca "reflejar el mundo en que vivimos".

Por primera vez en la historia del ballet moderno, un bailarín se desempeña como parte del elenco femenino de una compañía de ballet internacional, marcando un hito artístico en una disciplina que ensalza un ideal muy particular de feminidad. Como lo expresó el gran coreógrafo George Balanchine: "El ballet es mujer".

"Quiero que me vean como una bailarina", dice Johnsey, que usa el pronombre masculino para referirse a sí mismo. "Llevo el cabello recogido, me maquillo, uso atuendos de mujer. Tengo la capacidad de interpretar papeles femeninos y de proyectar esa imagen, así que eso es lo que hago, artísticamente hablando".

Las bailarinas clásicas se tienen que ajustar a normas estéticas específicas, que incluyen la delgadez y ciertos conceptos rígidos acerca de lo que constituyen proporciones armoniosas. Bailan en "puntas" -sobre el dedo gordo de los pies, con zapatillas de baile rígidas-, una habilidad que aprenden desde pequeñas y para la que se requiere una fuerza y un entrenamiento distintos de los de los hombres.

Chase -que hasta se sometió a una cirugía estética para hacer que los rasgos de su cara fueran más femeninos- ya contaba con algunas de estas habilidades antes de unirse al English National Ballet.

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