En junio de 1987, 13 años después de su muerte, fue profanada la tumba del tres veces presidente argentino Juan Domingo Perón, cuyo cuerpo había sido embalsamado y descansaba en el Cementerio de la Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires.

Los profanadores mutilaron cadáver, cortándole las manos, las que se llevan junto con su gorra militar y su espada.

Las pruebas señalan que el robo pudo haber tenido algún tipo de apoyo de los servicios secretos argentinos, ya que los ladrones utilizaron una llave para entrar en la tumba.

El juez Far Suau, a cargo de la investigación, concluyó que los profanadores habían trabajado en más de una ocasión dentro de la bóveda. El cristal blindado que tuvieron que atravesar era de unos 170 kilogramos de peso.

Far Suau se entrevistó en España con la viuda de Perón, pero los apuntes de aquella charla desaparecieron tras la extraña muerte en accidente de tráfico del magistrado.

En 1994 se reabre la investigación al encontrarse un juego de llaves del cementerio en una comisaría y en 2008 se roban el expediente con la investigación de la casa del juez que lo tenía a su cargo.​

La teoría que se encuentra vigente es el móvil político​ al agotarse en 1996 la del móvil económico que aseguraba que el robo fue por un anillo que tendría la clave para abrir una supuesta caja fuerte en Suiza.​

La CIA tiene información clasificada de la profanación del cadáver de Perón y no hay respuesta al pedido de desclasificación en la actualidad.

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