Para hacer explotar La Bastilla se utilizaron más de 13 toneladas de explosivos, porque los revolucionarios pensaban que había una gran cantidad de prisioneros políticos en este edificio que se utilizaba como una gran prisión. La sorpresa fue tremenda, pues practicamente la prisión estaba vacía. Solamente había siete personas, las cuales fueron liberadas, entre ellas, varias acusadas de delincuencia sexual. El único prisionero político que se liberó fue Auguste Tavernier, quien estaba encarcelado desde 1757, acusado de conspirar contra el Rey.

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