En cantidades muy pequeñas (por ejemplo, algunas cucharaditas), y si la sangre está libre de patógenos (como las muchas enfermedades transmitidas por la sangre), no debería hacerte daño. Más allá de eso, ten cuidado, ya que la sangre, cuando se bebe, es tóxica. Cuando se limita a lugares donde es normal que haya sangre, como el corazón, los vasos sanguíneos, etc., ésta es esencial para la vida. Pero cuando se ingiere es una cosa muy diferente. Por supuesto, todas las toxinas tienen su dosis, y así como un poquito de veneno no necesariamente te hará daño, cuanto más comas o bebas, mayor será el peligro. Debido a que la sangre es muy rica en hierro - y a que el cuerpo tiene dificultad para excretar exceso de hierro - cualquier animal que consuma sangre asiduamente corre el riesgo de padecer una sobredosis de hierro. Aunque el hierro es necesario para todos los animales (y de hecho para la mayoría de las formas de vida), en dosis altas puede ser tóxico. Esta condición, llamada hemocromatosis, puede causar una amplia variedad de enfermedades y problemas, incluyendo daño hepático, acumulación de líquido en los pulmones, deshidratación, presión arterial baja y trastornos nerviosos.

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