El Kirsch, que procede del alemán kirsche y que en ese idioma significa cereza, es un aguardiente incoloro elaborado a partir de la destilación de unas cerezas silvestres que se cultivan en distintas zonas de la Selva Negra alemana.

Es el más antiguo de los aguardientes de frutas, ya que su origen se remonta al siglo XVIII. Su nombre proviene del alsaciano “kirschwasser” es decir, “eau-de-cerise” o “agua de cereza”. El mejor Kirschwasser se logra con la pequeña cereza negra silvestre que crece a orillas del Rin. La comparten por tanto varias regiones y países distintos como Basilea y Alsacia o Alemania y Hungría.

Para la elaboración de esta bebida pueden distinguir tres clases principales de cerezas. La primera de ellas, la más común, es dulce y blanda, la segunda es de sabor mucho más ácido y por último encontramos las guindas, cuyo sabor es agrio y áspero.

Las mejores cerezas son las guindas, nacidas de injertos practicados en cerezos de los montes salvajes. Son negras, melosas y de hueso pequeño. Hay que diferenciar esta especia de las cerezas de mesa, que no darían nunca un buen Kirsch. Hacen falta cerca de 18 Kg de cerezas, para obtener un litro de aguardiente puro.

Para elaborarlo se usan las cerezas enteras, machacadas y destiladas, dando lugar a este licor de muy alta graduación, enormemente apreciado a nivel gastronómico y usado para platos tan distintos como la fondue o la tarta selva negra. Es utilizado como integrante de distintos cócteles.

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