Siglo XVIII . En 1770, el capitán James Cook tomó posesión de las dos terceras partes de Australia en nombre de la corona del Reino Unido, basándose en el principio de Terra nullius, que presuponía que la tierra no tenía dueño.

En 1788, se inició la colonización británica con el desembarco en la actual Nueva Gales del Sur de la llamada "Primera Flota", una flota de 11 navíos con casi 1.500 personas a bordo. Eran presos deportados que habían sido autorizados a fundar una primera colonia penitenciaria.

Ante la llegada repentina de los colonos británicos, los aborígenes tuvieron reacciones diversas, pero se volvieron inevitablemente hostiles cuando tuvieron que competir por conservar sus recursos vitales, y cuando asistieron a la ocupación y secuestro de sus territorios según iba avanzando la "frontera" hacia el interior del continente. Para los colonos, se podía expulsar a los aborígenes de las tierras que querían destinar a la agricultura y a la ganadería, porque eran nómadas e ignoraban el concepto de posesión de la tierra. Pero la cultura aborigen estaba intrínsecamente relacionada con la tierra en la que vivían, por lo que al tener que abandonar sus territorios tradicionales no podían mantener las prácticas sociales y espirituales que aseguraban la cohesión de los clanes y las interrelaciones entre los grupos. Además de la desestructuración de la sociedad aborigen, la pérdida de sus territorios de caza y de recolección provocó graves hambrunas.

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