La parroquia de San Miguel Arcángel se ha convertido en un ícono representativo de la ciudad de San Miguel de Allende, Guanajuato. No hay habitante o visitante para quien pase desapercibida. Originalmente, la villa de San Miguel el Grande, hoy San Miguel de Allende, en Guanajuato, fue ideada como una colonia militar para proteger el camino a Zacatecas, población minera muy importante.

La parroquia fue edificada entre 1555 y 1564, por religiosos franciscanos en estilo plateresco, el más sencillo de la era novohispana. La clásica y común fachada o portada estaba flanqueada por dos torres convencionales.

La obra tuvo un primer siglo difícil, puesto que se derrumbó en 1649, aunque reconstruida, pronto requirió una nueva intervención que culminó aproximadamente en 1709, pero con una apariencia de estilo barroco. Se sabe que en 1683 se había concluido ya el cuerpo principal de la iglesia. El responsable fue el arquitecto Marco Antonio Sobrarías.

Hacia 1880 fue comisionado Zeferino Gutiérrez Muñoz, maestro cantero autodidacta, para que transformara la parroquia. El cambio fue radical y abarcó una década en que se logró su rosada silueta. Conservando por dentro su forma neoclásica.

El estilo en el que trabajó Gutiérrez es neogótico y fue inspirado en catedrales europeas, en especial las alemanas. Con esa idea dotó a la parroquia de una proporción vertical esbelta, con arcos de punta, pilares afiligranados y remates de aire medieval que guardan una bella simetría.

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