El Castillo Aragonés, una impresionante construcción que se encuentra en la cima de una alta roca, donde sobresalen las torres del Castillo.

Situado frente a la ciudad de Nápoles, en un pequeño islote, al este de la Isla de Ischia, en Italia, es una auténtica maravilla a la que la corona de Aragón le aportó algo más que el nombre.

Los antiguos griegos construyeron una fortaleza que fue constantemente renovada y ampliada por sus conquistadores.

El rey Alfonso V de Aragón, en el siglo XV, mandó efectuar las modificaciones más importantes al castillo, que alcanzó así su máximo esplendor, de ahí el nombre de Aragonés y es cuando comienza a erigirse el castillo tal y como se conoce en la actualidad.

Su objetivo era levantar una fortaleza semejante al castillo nuevo de Nápoles, el rey aragonés, fue el artífice también del puente de piedra de unos 200 metros de longitud que conectó el islote con la isla. El anterior puente era de madera.

Alfonso V también excavó un túnel en la roca para poder tener otra forma de acceder al castillo y no limitarlo al acceso por mar.

La decadencia del edificio comenzó a principios del siglo XIX, al ser asaltado por los ingleses y fue reconstruido como cárcel.

Derrumbes y demoliciones han marcado su historia, pero gracias a unos inteligentes y modernos trabajos de restauración, el castillo hoy se presenta en todo su esplendor y es sede de exposiciones periódicas y muestras de arte.

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