Un inusual fósil de ave fue encontrado en Nueva Zelanda, en una exploración arqueológica, en el año 2015, se trata de una garra intacta perteneciente a los dinornitiformes o moas (Dinornithiformes), un orden extinto de aves paleognatas.​

Eran aves no voladoras. Se conocen diez especies de diferentes tamaños, desde la pequeña Euryapteryx curtus, del tamaño de un gallo, hasta las moas gigantes (Dinornis), que medían cerca de 3 metros de altura y tenían un peso de 250 kg. Su extinción se produjo hace 500 años, causada por el ser humano.

Aparecieron en el Cretáceo hace más de 90 millones de años, siendo sus parientes vivos más próximos, los tinamúes de Surámerica, los kiwis, los casuarios y los emúes de Australia.

Fueron la última especie gigante en desaparecer hace 600 o 700 años y la especie habitó el planeta durante mucho tiempo, pues sus primeros registros datan de hace 12 mil años.

La extinción de las moas fue estudio de investigación durante años porque la especie no desapareció gradualmente, como suelen ocurrir las extinciones, sino fue en un periodo muy corto, que coincidió con la llegada de los primeros habitantes a las islas polinesias en el siglo XIII.

El análisis del fósil determinó que se trataba de una garra con al menos 3 mil años de antigüedad, por lo que era un descubrimiento raro, pero era una pata momificada.

Un estudio de ADN de 4 especies diferentes, reveló que la población de las aves nunca se encontró en peligro ni estuvo al borde del colapso.

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