Los piratas somalíes, en su mayoría se dedicaban a la pesca artesanal. En 1990, tras la caída del dictador somalí Mohamed Siad Barre, Somalia se enfrentó a una fragmentación política y social así como una severa crisis económica y estos pescadores se vieron en la necesidad de buscar nuevas fuentes de ingreso.

En un principio, estos pescadores formaron la «Guardia Costera Voluntaria de Somalia", denunciando que los verdaderos bandidos del mar son los pescadores clandestinos, en clara alusión a los barcos pesqueros de países desarrollados, y denuncian el grave problema de contaminación que sufren, debido al vertido de sustancias contaminantes radiactivas que estos países realizan en su litoral.

Debido a las ganancias que obtienen a raíz de los secuestros, los piratas han recibido el apoyo de «señores de la guerra», quienes facilitan este tipo de actividades a cambio de una parte de los beneficios.

Los piratas piden rescate a cambio de la liberación de las víctimas.

Las persecuciones a embarcaciones piratas se dificultan cuando éstas ingresan al mar territorial, ya que no existe un permiso por parte del gobierno para poder entrar.

El gobierno somalí declaró estado de emergencia en junio de 2009, solicitando apoyo internacional de manera inmediata, y la intervención militar de estados vecinos de África Oriental.

La seguridad para los barcos en esta parte del océano Índico ha mejorado en los últimos años, después de haber alcanzado su pico entre 2010 y 2012.

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