En los Juegos Olímpicos de México'68, un atleta lo cambió todo en el salto de longitud. Con apenas 22 años, el estadounidense Bob Beamon aterrizó a 8,90 metros para borrar de un tajo -por 55 centímetros- la anterior plusmarca de 8,35 metros. Beamon poseía la mejor marca mundial del año y había ganado 22 de las 23 competiciones en las que había participado en 1968.

Sin embargo, casi no disputa la final. En la clasificación hizo dos saltos nulos y solo en su tercera y última oportunidad,logró los 8,19 metros con los que pasó a la lucha por la medalla.

Los jueces no disponían de material para medir un salto tan largo, motivo por el que se retrasó la aparición del nuevo récord en el marcador manual.Tuvieron que usar la cinta, pues el medidor óptico que se estrenaba no estaba preparado para semejante salto.

La prensa tituló el logro como "Un récord del año 2.000", "Una marca del siglo XXI". Sin embargo, las predicciones fallaron ya que el 30 de agosto de 1991 un compatriota suyo, Mike Powell lo batió en el Mundial de Tokio con un salto de 8,95 metros.

El record de Beamon estuvo vigente más de 22 años hasta que llegó Powell. Pero sigue siendo récord olímpico y la segunda mejor marca de la historia. Jamás haría un salto similar, pero ya había conseguido un lugar en la historia como años antes había hecho Jesse Owens en Berlín.

2000 años antes, un espartano, de nombre Chionis saltó nada menos que 7 m y 5 cm, marca no superada hasta los Juegos Olímpicos de 1896.

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