Oroya es el nombre de uno de los tipos de 'puentes' más raros que tenían los Incas, aunque muy útil para transportar suministros.

Los caminos incaicos se adaptaban a la topografía que atravesaban. Si bien es cierto los incas preferían trazar sus caminos en línea recta, el terreno accidentado los obligaba a delinear sus caminos sorteando los obstáculos.

La construcción de puentes se hacía indispensable debido a la realidad geográfica andina. Los puentes más comunes fueron los hechos con troncos de árboles y los elaborados con trenzas de diversas fibras.

Alberto Regal, en sus investigaciones, cataloga los puentes incaicos sobre la base de las técnicas de elaboración de la siguiente manera: colgantes, flotantes, de madera, de piedra y oroyas.

Las oroyas consistian en cuerdas de "ichu" o lianas trenzadas, tan gruesas como una pierna, tiradas de una margen a otra y atadas fuertemente a árboles, que servían como pilares. Por la cuerda se deslizaba una canasta sostenida, por una argolla de madera. dentro de la canasta podían transportar personas o alimentos.

En caso de tratarse de una vía importante, se hacían a gran escala con piedras y plataformas como soporte, verdaderas estaciones. Aunque de esas ya no existen o solo quedan los restos.

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