La faraónica idea del arquitecto alemán Herman Sörgel es un ejemplo más de que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.

En los agitados años 30 del siglo XX, marcados por el ascenso del nazismo, este hombre desarrolló un proyecto para construir gigantescos diques, desde el Mar Negro al estrecho de Gibraltar, con la idea de bajar entre 100 y 200 metros el nivel del mar en el Mediterráneo.

De esta manera buscaban ganar al mar 600.000 km2 de terreno (más que la superficie de España) mientras que se creaban millones de puestos de trabajo y se conseguía abastecer a la totalidad de Europa y África de electricidad generada por colosales centrales hidroeléctricas.

La presa de Gibraltar uniría África y Europa por ferrocarril y carretera, mientras que un túnel cruzaría bajo tierra el estrecho de Gibraltar. Con Sicilia unida a la parte continental de Italia, la tercera presa central también podría utilizarse para conectar los dos continentes desde Calabria a Túnez pasando por la antaño principal isla italiana.

El el plan del ingeniero alemán se incluían, para una segunda fase, una extensión del Canal de Suez, un nuevo canal que conectaría Venecia con el mar (el Mar Adriático habría desaparecido con la bajada de las aguas) y la creación de enormes lagos en África Central, que esperaba se pudieran utilizar para regar la región.

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