El sistema de alcantarillado más antiguo del que se tiene conocimiento es el construido en la ciudad de Nippur (Sumeria, actualmente Irak)), alrededor del año 3750 AC. Más tarde, en los centros poblados de Asia Menor se utilizaron conductos de alfarería. En Atenas y Corinto se utilizaron canales rectangulares, cubiertos con losas planas, llamadas atarjeas, que formaban parte del pavimento de las calles.

El primer sistema moderno de alcantarillado se ideó en la ciudad de Hamburgo en el año 1842, y se tuvieron en cuenta las condiciones topográficas y las necesidades reales de la comunidad. Este hecho significó un espectacular avance, considerando que los principios fundamentales en que se basó el proyecto no se generalizaron hasta inicios de los 1900, y siguen vigentes en la actualidad.

Las redes de saneamiento surgieron en las ciudades europeas durante el siglo XIX en respuesta a los problemas sanitarios y epidemiológicos generados por la deficiente evacuación de las aguas residuales. En aquel momento la mayoría de estas ciudades disponían de un sistema de cloacas destinadas a la evacuación de las aguas de lluvia y residuales, pero sin conexión de éstas a las bajantes de los edificios.

Desde mediados del siglo XX empezaron a construirse redes separadas, tras la aparición de los primeros sistemas de depuración. Actualmente la existencia de redes de alcantarillado es un requisito para aprobar la construcción de nuevas urbanizaciones en la mayoría de las naciones.

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