Las Catacumbas de los Capuchinos están situadas en la ciudad de Palermo (Sicilia), en el sur de Italia. Los Hermanos Capuchinos se establecieron junto a la iglesia de Santa Maria della Pace, en 1534.

Allí construyeron un cementerio para sepultar a sus frailes. En un principio fue una fosa común debajo del altar, pero, al poco tiempo resultó insuficiente, y en 1597 comenzaron la excavación de las catacumbas.

Cuando trasladaron los restos, se sorprendieron al ver que 45 cuerpos estaban casi intactos, momificados naturalmente. Este hecho fue interpretado por los frailes como una señal Divina, por lo cual decidieron exponerlos “de pie” dentro de los nichos de las catacumbas.

Los Capuchinos perfeccionaron la técnica de momificación, extirpando los órganos y colocando en su lugar hojas de laurel para acelerar el proceso de deshidratación. Durante un año, los cuerpos quedaban extendidos horizontalmente sobre estructuras de drenaje (colatoio), perdiendo lentamente el agua de los tejidos y secándose. Por último, eran llevados al aire libre y lavados con vinagre.

Ocasionalmente, y para evitar algún tipo de epidemia, se los bañaba con arsénico.

En 1783, decidieron dar sepultura a todos aquellos que podían costear los gastos de esta técnica de conservación.

La última persona en ser sepultada en las Catacumbas de los Capuchinos, fue una niña de 2 años, Rosalia Lombardo, embalsamada por el Dr. Alfredo Salafia.

La pequeña es considerada “la momia más bella del mundo”.

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