La idea de un cable telegráfico transatlántico que permitiera conectar Europa y EE.UU., surgió tan pronto como Samuel Morse comenzó, en 1842, una serie de experimentos para el tendido de cables submarinos.

En 1858 había más de 30 líneas sumergidas, siendo la más larga la del mar Negro, de 574 kilómetros. Demostrada la viabilidad de la telegrafía submarina, el proyecto de lanzar un cable a través del Atlántico se retomó activamente.

Había que tender unos 4.000 kilómetros de cable a profundidades que alcanzaban los 4.000 metros. El diámetro total del cable era de tan solo 1,75 centímetros, lo que permitía una gran flexibilidad.

En la primavera de 1857, dos barcos de guerra modificados, el USS Niagara y el HMS Agamemnon, cargaron cada uno la mitad del cable, que empalmarían en medio del océano.

En 1857 y 1858 se llevaron a cabo sendos intentos que no tuvieron éxito al partirse el cable que dos barcos extendían por el Atlántico

El 29 de julio de 1858 realizaron el empalme en un mar en calma. Se separaron lentamente y fueron desenrollando cable en las profundidades de un océano tranquilo. El miércoles 4 de agosto el Niagara atracó en la bahía de Trinity y, casi al mismo tiempo, el Agamemnon entraba en la bahía de Valentia. La misión había sido un éxito. Sólo quedaba conectar el cable transatlántico con la red terrestre.

El primer mensaje telegráfico a través del cable transoceánico se envió desde Irlanda el 16 de agosto de 1858.

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