El soliloquio de ‘ser o no ser’ corresponde originalmente a la escena primera del acto tercero (en adaptaciones y versiones posteriores puede variar el orden de la escena en la que se encuentre). En esa escena el príncipe de Dinamarca Hamlet declama el texto a solas y sin llevar absolutamente nada en la mano.

Sin embargo en el inicio del quinto acto encontramos la escena en la que Hamlet tras su paso por el cementerio (al regresar del destierro) se encuentra con unos sepultureros que desentierran una calavera y le indican que se trata de Yorick, el bufón de la corte, quien había sido amigo de la infancia del protagonista de la obra.

Y es precisamente ahí cuando realmente Hamlet toma la calavera de su amigo en la mano y le dice unas palabras pero que no tienen nada que ver con "ser o no ser" ("to be or not to be")

La fuerza escénica de ese momento hizo que, a lo largo de los años, la mayoría de los carteles publicitarios en los que se anunciaba la obra de Shakespeare incluyeran una imagen ilustrando tal escena, pero a nivel declamatorio el momento que más sobrecogía a los espectadores era el famoso monólogo "ser o no ser". Este hecho asociativo en el público se llama "efecto Mandela".

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