La profesión de fe de los cristianos católicos comienza por Dios, porque es «el primero y el [...] último» (Is 44,6), el principio y el fin de todo. Dios Padre es la primera Persona divina de la Santísima Trinidad; su símbolo se inicia con la creación de Cielo y Tierra, ya que la creación es comienzo y fundamento de todas las obras de Dios.

Lo más fundamental de la mayoría de creencias cristianas es «Creo en Dios»: todos los símbolos hablan de Dios o su relación con el hombre y el mundo.

Todos los artículos y mandamientos del credo católico dependen del «Creo en Dios», puesto que tratan de dar a conocer a Dios tal como se reveló progresivamente a los hombres.

El símbolo niceno-constantinopolitano (325 d. C.) empieza con las palabras «Creo en un solo Dios». Esta declaración tiene su raíz en la Revelación Divina en la Antigua Alianza, y es inseparable de la confesión de la existencia de Dios: «La fe cristiana cree y confiesa que hay un solo Dios [...] por naturaleza, por substancia y por esencia» (Catecismo Romano, 1,2,2).

Dios se reveló como único: «Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza» (Dt 6,4-5).

Jesús mismo confirmó dichas palabras (cf. Mc 12,29-30), aunque también dijo que él mismo es «el Señor» (cf. Mc 12,35-37). Esta confesión es propia de la fe cristiana, y no contradice al Dios único. Creer en el Espíritu Santo no introduce ninguna división.

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