Carlomagno (742, 747 o 748- 814) fue rey de los francos desde 768, rey de los lombardos desde 764 y emperador de los romanos desde 800 hasta su muerte. Hijo del rey Pipino el Breve, sucedió a su padre y virreinó con su hermano, Carlomán I. Reforzó las amistosas relaciones que su padre había mantenido con el papado y se convirtió en su protector tras derrotar a los lombardos en Italia.

En agosto de 778, en Roncesvalles, la retaguardia del ejército carolingio, fue sorprendida y aniquilada por un contingente de musulmanes y vascos mientras cruzaba los Pirineos para regresar a Francia. En la derrota perdió la vida el paladín Rolando.

La batalla que después alcanzó fama mundial con la épica caballeresca, fue en realidad solo un episodio de la guerra entre Carlomagno y el emirato de Córdoba, fundado en 756 por los Omeyas.

La guerra, que duró treinta años, terminó en 812 con la reconquista franca de los territorios comprendidos entre los Pirineos y el Ebro y la creación de la Marca Hispánica.

Carlomagno duplicó la extensión del reino franco creando un imperio que abarcaba buena parte de Europa, digno competidor de la potencia imperial bizantina. A finales de los años 80 del siglo VIII, la tensión entre francos y bizantinos crecía por lo que fue fundamental el acuerdo de los primeros con el Papa interesado en marcar distancias con Bizancio.

Conquistó los territorios bizantinos de Istria y Benevento en 797 y en el año 800 León III lo coronó emperador de los romanos.

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