Unos telegramas perdidos del "Titanic" desvelan la barbarie con la que fueron tratados los pasajeros más pobres de la tragedia.

Las labores de rescate no solo fueron protagonizadas por el "Carpathia" (el navío más cercano a la tragedia y el primero en llegar al lugar de los hechos).

El "Mackay Bennet" zarpó el 23 de abril, equipado con cien ataúdes, bolsas de lona y una improvisada morgue, insuficiente para el panorama que encontraron.

Los telegramas erán subastados próximamente y explican como el capitán del Mackay-Bennett; el barco que más cuerpos rescató tras el hundimiento (unos 300 pasajeros fallecidos), pudo arrojar a las aguas los cadáveres de las personas con billetes más baratos para poder devolver a puerto a los de primera y segunda clase.

Los telegramas fueron enviados a los responsables de la White Star Line, la compañía naviera que operaba el «Titanic». Estas órdenes quedan claras en 181 telegramas que han sido descubiertos más de un siglo después de la tragedia.

Guardados por un exempleado de la Cunard Line, la cual compró a la White Star aprovechando las dificultades económicas que esta atravesaba en 1934. Pasaron a su hija quien, a su vez, se los cedió al historiador experto en el «Titanic» Charles Haas, quien se ha ocupado de restaurarlos durante más de treinta años.

Los restos recuperados por el Mackay Bennet permanecen en los cementerios de la ciudad canadiense de Halifax, en donde se alzaron 150 tumbas, 49 de ellas sin identificación.

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