El 11 de noviembre de 1918 en un vagón de tren parado en el bosque francés de Compiègne, al norte de París, se llevó a cabo en el máximo secreto la firma del armisticio que terminaría con la Primera Guerra Mundial.

Miembros del gobierno francés y británico, en representación del bando de los Aliados, impusieron sus condiciones de rendición a Alemania, la gran perdedora de la guerra.

El Imperio Alemán se encontraba al borde del colapso: los suministros no llegaban al frente, la población civil pasaba hambre y sus soldados se negaban a cumplir órdenes o desertaban. El general alemán al mando, Erich Ludendorff, trasladó a sus superiores que la guerra estaba perdida.

El 8 de noviembre, representantes de Francia, el Reino Unido y el Imperio Alemán llegaron al bosque de Compiègne para negociar el armisticio. El acuerdo incluía unas duras condiciones para los perdedores, incluyendo la desmilitarización de Alemania y la compensación por los daños causados durante la guerra. Tenían 3 días para aceptar.

El káiser alemán Guillermo II, máxima autoridad del Imperio, era contrario al armisticio: el 9 de noviembre, abdicó del trono y partió hacia Holanda, donde se exilió. Las nuevas autoridades alemanas estaban listas para pedir la paz y así lo hicieron el 10 de noviembre.

Ultimadas las negociaciones, el documento se firmó a las 5:12 de la mañana del 11 de noviembre y entró en vigor a las once de la mañana. Se suele decir que entró en vigor “el once del once a las once”.

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