En la Antártida, se encuentra uno de los fenómenos naturales más fascinantes de todo el planeta, las Cataratas de Sangre. Están ubicadas en los Valles Secos de McMurdo, a los pies del glaciar Taylor, y llaman la atención por su color rojo intenso.

Fueron descubiertas en 1911, por el geólogo australiano Thomas Griffith Taylor.

Las primeras teorías indicaban que su tono rojizo se debía a unas algas de ese color que se encontraban debajo de las cataratas. Sin embargo, se ha demostrado que este fenómeno se produce por la presencia de óxido de hierro.

Cuando ocurre una fisura en el glaciar, el agua cae en forma de cascada y, al entrar en contacto con el aire, el hierro se oxida y produce ese color tan particular.

Cuando se formaron los glaciares, este lago quedó totalmente separado del resto del continente. El agua de las Cataratas de Sangre es como una cápsula del tiempo conservada a 400 metros bajo la superficie, y los análisis químicos y biológicos indican que existen como mínimo 17 tipos diferentes de microbios, que viven prácticamente sin oxígeno.

El glaciar Taylor no se encuentra congelado en su totalidad, y su fondo marino cuenta con una concentración de sal hasta cuatro veces superior a la media de los océanos terrestres.

En el año 2012, el lugar fue designado como Zona Antártica Especialmente Protegida, bajo la propuesta y conservación de Estados Unidos.

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