Hay 33 especies de focas distribuidas por los mares de ambos hemisferios, pues son animales muy adaptables.

En el norte del Atlántico encontramos poblaciones de foca de Groenlandia, foca común y foca gris. En la Antártida predominan la foca leopardo y la foca de Weddell. En el Mediterráneo y la costa occidental de África viven, aunque muy amenazadas, las focas monje del mediterráneo.

También se encuentra en peligro de extinción la foca monje de Hawái. En el siglo XX se produjo la extinción de la única especie de foca endémica de América Central, la foca monje del Caribe.

Las focas o fócidos, como también se les conoce, son animales pertenecientes a la familia de los mamíferos pinnípedos marinos, un grupo que engloba a los únicos mamíferos adaptados a la vida acuática, y que incluye además a las morsas, odobénidos, y los leones y osos marinos, otáridos.

Una característica distintiva de las focas es la disposición de sus extremidades posteriores, pues al estar ligeramente inclinadas hacia atrás, facilitan la locomoción en el agua pero la dificultan en tierra. Adicionalmente, estos animales no poseen pabellones auditivos, y a nivel interno, presentan adaptaciones interesantes en su cuerpo que les permiten combatir el intenso frío, como por ejemplo su densa capa de grasa subcutánea.

Las focas pueden alimentarse de crustáceos, peces y cefalópodos que habitan en el fondo marino, aunque los pingüinos, e incluso otras focas de menor tamaño, también integran su menú.

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