Las "Scolymastra joubini", comunmente llamadas "esponjas de la antártida" son propias de las frías aguas que rodean la antártida.

Se ha convertido en el ser vivo más viejo descubierto en el planeta Tierra, de dimensiones magnas que se conoce desde hace muchos años pero los biólogos marinos alemanes Susanne Gatti y Thomas Brey, después de muchos estudios (con muestras sacadas a 30 metros de profundidad en la bahía Terra Nova, Mar de Ross, Antártida), pueden decir con certeza, que realmente se trata del ser vivo más longevo del mundo.

La vetusta esponja no es tan grande como vieja, aun así mide 2 metros de longitud. Tiene un metabolismo y crecimiento limitados, debido a la temperatura del agua, carece de anillos anuales con los que pudiera medirse su edad, como sucede en el caso de los árboles y las conchas. Y es esta circunstancia la que imposibilita conocer su edad exacta.

La edad en este caso se realiza a partir de la medición de su consumo de oxígeno. Cuanto menos oxígeno consume un animal, tanto menor es el intercambio del metabolismo y el crecimiento.

Los poros de las paredes son bastante evidentes, sobre todo en su interior. Dichos poros pueden albergar una amplia gama de otros animales, artrópodos, especialmente anfípodos, pero también a veces picnogonos y camarones, así como muchos tipos de gusanos.

Se caracteriza por la presencia de un sistema de vasos dentro de la red trabecular, los que constituyen estructuras ramificadas incursivas y repetidas modularmente.

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