En la mitología griega, Pandora fue la primera mujer, hecha por Hefesto por orden del dios Zeus después de que Prometeo, yendo en contra de su voluntad, le otorgara el don del fuego a la humanidad.

De acuerdo a (y talvez inclusive inventado por) Hesíodo en su «Teogonía» y en «Los Trabajos y los Días», Antes de su partida, Pandora recibió una serie de dones de cada uno de los dioses olímpicos. Atenea le enseñó toda la bella artesanía y la vistió con mantos plateados, Afrodita le dio su gracia y los medios para provocar ardientes deseos, Hermes le dio «canina mentalidad y deshonesto carácter» y en su pecho «puso mentiras y fraudulentas palabras» (Los Trabajos y los Días). Como si eso no bastase, ella fue adornada con fina joyería por las Gracias, con magnífica corona dorada moldurada por Hefesto y con flores primaverales por las Horas.

Finalmente, a Pandora se le dio un gran jarro para llevar para la tierra con la advertencia de que no lo abriese bajo ninguna circunstancia.

Llevada por Hermes, Pandora fue enviada a Epimeteo, el hermano de Prometeo. Olvidándose torpemente de la advertencia de su hermano de nunca aceptar un regalo de los dioses, Epimeteo acogió a la bella Pandora en su casa, los dos se casaron y tuvieron una hija, Pirra. Un día, y cumpliendo su destino, la curiosidad fue más fuerte que Pandora y ella levantó la tapa de la caja con lo que liberó todos los males en el mundo. Lo último que queda en la caja antes que Pandora la cierre es la esperanza.

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