El biso (en latín byssus), es una fibra natural obtenida de los filamentos que segregan ciertos moluscos como la nacra (Pinna nobilis), que desde 1992 es una especie protegida en la Unión Europea y Croacia.

La concha de la nacra, la más grande del Mediterráneo, puede llegar a superar el metro de longitud, estando ahí la clave de su utilidad para proporcionar la seda de mar (es muy similar a los mejillones, la diferencia radica en el tamaño).

El penacho piloso con el que se agarra a las rocas, "El biso", es segregado por una glándula y adopta la forma de mechón de hilo muy fino y color amarillento, midiendo entre quince y veinte centímetros.

Debidamente hiladas y expuestas al sol para que adopten un intenso tono dorado, estas fibras tienen una cualidad especial: permitir elaborar un tejido, que por las limitaciones de materia prima resultaba caro y suntuoso.

Llamada seda de mar, ya que los hilos eran aún más finos que los de la seda auténtica, resultando más ligeros y muy cálidos.

El biso, extraño a ojos del público, se le atribuían los orígenes más inauditos, los chinos lo llamaban seda de sirena, u hombres dragón y referían la existencia de ovejas acuáticas de las que se extraía esa lana para hacer la tela. Los árabes lo denominaban lana de mar.

La pieza más antigua conservada se encontró en 1912, encontrado en el ataúd de una dama noble en Aquincum, actual Budapest, fue datada del siglo IV a.C. lamentablemente resultó destruida durante la Segunda Guerra Mundial.

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