Las tortugas laúd poseen un gran número de papilas queratinizadas en la boca y el esófago que apuntan hacia adentro y que permiten retener el alimento cuando expulsan el exceso de agua salada con ayuda de la musculatura del esófago.

Tienen un gran pico con forma de gancho para agarrar a sus presas y también tienen barbas en toda la cavidad bucal que hacen que las presas una vez dentro de la boca no puedan escapar.

Es conocida y atrayente por su gran tamaño y anatomía distintiva. Debe su nombre a su caparazón único, compuesto por una capa de piel dura, fina, gomosa y fortalecido por miles de placas óseas pequeñas.

Pueden alcanzar un tamaño entre los 130 y los 183 centímetros, el ejemplar más grande registrado hasta el momento medía 305 cms, desde la punta de su pico a la punta de la cola y pesó 916 kilogramos.

Si bien la medusa es la mayor parte de su alimento, también puede comer peces, crustáceos, calamares, erizos de mar y algas.

Se aparean en el mar, los machos nunca abandonan el agua una vez que entran en ella como crías. Las hembras se aparean cada tres o cuatro años, volviendo a las playas donde ellas mismas nacieron para depositar sus huevos. Una hembra puede dejar hasta cien huevos en cada deposición.

En Nueva Guinea, las tortugas laúd se cazan regularmente como alimento, en Estados Unidos, ha sido clasificada como en peligro a lo largo de toda su distribución desde 1970. Incluida también en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas.

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