La sacarina es uno de los edulcorantes sintéticos más antiguos. Fue descubierto en 1879 por Ira Remsen y Constantine Fahlberg, de la Universidad Johns Hopkins.

La sacarina fue sintetizada en 1878 a partir de experimentos con derivados del alquitrán de hulla, y se utiliza como edulcorante desde principios del siglo XX. Actualmente se obtiene mediante síntesis química del tolueno o de otros derivados del petróleo.

La sacarina es aproximadamente 3 veces más dulce que el azúcar ya que el sabor dulce relativo de la sacarosa-sacarina es de 100-300. Es un edulcorante resistente al calentamiento y a medios ácidos, por lo que se emplea en la elaboración de productos dietéticos.

Se utiliza en refrescos, gaseosas, sodas, zumos, jugos, cervezas, bebidas con alcohol, yogures, gomas de mascar, chicles, endulzantes en pastillas o líquidos y alimentos para diabéticos.

Por ser un edulcorante a base de sulfa cuyo ingrediente principal es sulfimida benzoico, posee efectos secundarios, los más conocidos incluyen reacciones alérgicas en la personas con alergias a las sulfonamidas, náuseas, diarrea y problemas de la piel.

La cantidad máxima que una persona puede consumir con seguridad de que no compromete su salud se denomina "Ingesta Diaria Admisible" (IDA) y varía según el edulcorante, en el caso de la sacarina, la IDA es de 2.5 mg/Kg de peso corporal/día.

Estuvo prohibida en algunos países como Estados Unidos y Canadá donde finalmente fueron declaradas aptas para su consumo.

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