Catalina de Lancaster (1373-1418), hija de Juan de Gante y de su segunda esposa, Constanza de Castilla, fue reina consorte de Castilla por su matrimonio con el rey Enrique III de Castilla.

En 1386 toda la familia marchó hacia España en un largo viaje. Los Lancaster llegaron a la ciudad gallega de La Coruña en julio de ese año, recibiendo los honores de reyes. El objetivo del viaje no fue otro que usurpar la corona a los Trastámara, hecho que no pudo llevarse a cabo a pesar de los continuos intentos de Juan de Gante, quien finalmente optó por los acuerdos matrimoniales como forma de mejorar las relaciones.

Así, casará a su hija Felipa, hermanastra de Catalina, con el rey de Portugal quien, desde entonces, le ayudaría con tropas a luchar contra los castellanos.

A Catalina le reservó el más suculento de los matrimonios: el del heredero castellano Enrique III. El acuerdo matrimonial se selló en la ciudad de Bayona en agosto de 1388. En él se acordó que Juan de Gante renunciaba a la corona castellana a cambio de que su hija -y por tanto sus futuros nietos- se convirtieran en beneficiarios de la misma.

Además, entre otras cláusulas, se pactó una cuantiosa indemnización como compensación, así como que Catalina fuese nombrada duquesa de Soria.

En ese mismo año Catalina se casa con Enrique III de Trastámara en un intento de apaciguar las relaciones con esa familia y por tanto las establecidas entre Castilla y León e Inglaterra.

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