Los arqueólogos aseguran que hace dos mil años los mayas, realizaban cortes en los árboles de chicozapote, originario de Yucatán, para extraer su resina, la cual ponían al sol para que se secara y cuando ya estaba chiclosa la masticaban para limpiar sus dientes. La palabra chicle deriva del náhuatl tzictli, ‘chicle’.

La historia del chicle, actual, comienza cuando el ex presidente de México Antonio López de Santa Anna, conoce en EEUU al fotógrafo e inventor Thomas Adams, a quien le contó su proyecto: aprovechar la resina del chicozapote, que es un material barato, pegajoso y muy resistente que antes se usaba para hacer las llantas de los carruajes.

López de Santa Anna le vendió una gran cantidad de resina a Thomas Adams, y él intentó fabricar juguetes, llantas, máscaras y botas, pero sin éxito. Ante el fracaso, López de Santa Ana se retira del negocio.

Thomas se asoció con J. B. Curtis, y deciden agregar otros ingredientes a la resina: parafina y saborizantes, para crear una golosina. Los primeros chicles se vendieron en cajas de colores y la marca se llamó Adams New York No 1. En 1869, Adams solicitó la patente necesaria para su comercialización y,

Vendieron esta golosina con el famoso nombre de Chiclets Adams. Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados llevaron los chicles a Europa y así se conocieron en todo el mundo.

Actualmente el chicle ya no se fabrica con la resina de este árbol, sino con materiales sintéticos, saborizantes y colorantes.

Más información: es.wikipedia.org