Virreinato es una división territorial relativamente autónoma de un reino, es decir, un estado monárquico gobernado por un rey o una reina. Estas entidades eran gobernadas por un virrey, a quien, por nombramiento del rey, se le asignó la tarea de administrar y gobernar un país o provincia, que generalmente se ubicaba separado del territorio central del reino.

Durante la conquista y colonización española hubo 4 virreinatos: de Nueva España, de Nueva Granada, del Perú y del Río de la Plata, cada uno de ellos gobernado por un virrrey.

La administración de los inmensos territorios que resultaron del descubrimiento de América y las conquistas posteriores hizo que se pensara en sistemas de gobierno que ya se utilizaban en Europa, pero que en América tendría las variantes de la extensión territorial y de la lejanía de la metrópoli estatal. La situación descrita requería de un gobierno provincial que fuese capaz de atender los asuntos internos de rutina y que, a la vez, fuese dependiente del rey y fiel a su Corona.

La administración de los grandes territorios del Imperio español fue llevada a cabo por virreyes, que se convirtieron en gobernadores de un área, que no se consideraba como una colonia sino como una provincia del imperio, con los mismos derechos que cualquier otra provincia en la España peninsular.​

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